Estoy ante los ojos de mi madre, espero que se vaya, a ratos lo deseo, para estar libremente a solas con mi capacidad de decisión. Son las once de la mañana y lloro. Pasaron las diez de la mañana y también lloro. Por lo incomprensible. Por mi corazón. Por esta pensión deshabitada y sucia donde no hay olvido. Miro tu fotografía. Salgo a fumar y la ansiedad crece. Pienso que mi vida es apenas un afluente, a la manera de Storni, hacia la trágica mar.
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