miércoles, 29 de noviembre de 2017




     Abrió los ojos, se vio de pronto a solas con sus circunstancias y ante el no saber cómo era posible que otra vez estuviera de vuelta al mundo dijo poesía, yo soy el poeta. Quién podría oírle. La sombra larga que atraviesa los pasillos no es tan larga como mi propia sombra, sollozaba. Jugué a ser Dios y nadie tan hábil como yo para no creerme. He roto los esquemas de lo que de mí se esperaba, les he fallado, y he reído en un intento de mostrar orgullo. De haber sido más franco, mis amigos aún seguirían conmigo.
Volvió a cerrar los ojos, y al hombre bueno e insubordinado que un día fuera cómplice de él mismo, dos en un mismo cuerpo, nada le dolía sino lo que a todos, igual que el resto, dormir de la misma manera, no tener otra que adaptarse, coger aire, y esperar.