miércoles, 4 de abril de 2018




     No es fácil encontrar una bolsa de plástico danzando a merced del viento. Si la ves, párate a mirarla, olvida que estás hecho de carne de derrota; que no eres más que un puñado de huesos expuestos a la humedad de los pozos. Si ves una bolsa de plástico ofrecida a la voluntad de la intemperie, estate quieto, calla; mira sólo esa bolsa única entre todas esas bolsas que, pudiendo ser como ella, no son más que un pedazo de plástico detenido a expensas de los zapatos de un hombre caminando solo hacia quién sabe qué casa donde esta noche no lo esperan con ganas.