miércoles, 30 de noviembre de 2016




     La suerte está echada. Era de esperar que esta puerta se abriera hacia afuera: las puertas de las oportunidades se abren hacia afuera. Te lo dice un joven que ya ni recuerda cuántas veces ha empezado de cero. Apenas planteado el lugar exacto donde levantar la casa pienso en construir dos ventanas: una para los tres y otra para ella sola, pero este es otro tema que no vamos a discutir ahora. Todavía tengo que echarte en cara muchas cosas. Que eres mi conciencia lo acepto, que estás aquí por mí lo acepto, pero jamás vuelvas a pedirme que admita que sólo a partir de la enfermedad aprendemos realmente a valorar. Sabes jugar limpio y no juegas limpio. Sales al campo y todo lo que se te ocurre es venir a reprocharme estos veinte y ocho años de lucha, pero continúa, también yo puedo oír esa voz, y si algo puedo aconsejarte es que si de verdad quieres silenciarla has de hacer que parezca un cuento.




lunes, 28 de noviembre de 2016




     Era un joven aficionado a la risa de los demás porque su risa le daba miedo, y los demás se reían porque le daba miedo su risa. Ahora se ha convertido en una especie de justiciero, se ha hecho aliado de los espejos, y busca venganza.

















domingo, 27 de noviembre de 2016




  Me inquietan bastante las personas felices, más las personas que buscan ser felices a toda costa, y aún más las personas que van por ahí como si estuviera la vida para celebrar algo.
      Son casi las dos del mediodía, no tengo hambre, y me he pasado la mañana haciendo preguntas tontas a lo gris del cielo; él sí merece una celebración.













sábado, 26 de noviembre de 2016




La raíz pide oxígeno y la tierra se lo da, pero quiere darse a conocer y escapa. La rabia, tremendamente poderosa, la pisa. La rabia y el enojo de no haber sido más rápida y perspicaz, por ejemplo, que lo lluvioso de la tarde que pase lo que pase siempre la respeta.
Otra muerte entonces, y otra vez este beber a sorbos esperanza.







viernes, 25 de noviembre de 2016




     Esos días de tristeza desmedida, de congoja, de incontenible ahogo en que una lluvia fría e insolente golpea con brutalidad la uralita del patio después, por ejemplo, de haber muerto mucha gente. Esos días en que sabes, sin embargo, y de dónde sacas la fuerza, que es necesario sonreír para que los demás sonrían.















jueves, 24 de noviembre de 2016




     Un día sales a navegar temprano. Has aprendido que puedes remar cuan rápido quieras y nunca sabrás en qué momento el agua se tornará violenta, pero remas, te sirves de una canción o un recuerdo para que emocionalmente avanzar no se te haga tan fatigoso. Será porque te has cansado de tanta muerte que navegas sin saber adónde vas, sin corriente y sin vela, sin ánimo ni ademán de brío, hasta que ves tierra, hasta que alguien -estás solo- dice tierra.





miércoles, 23 de noviembre de 2016




     Te van a pedir ayuda cuando tú no puedas ayudarles, cuando duermas con los ojos no cerrados sino abatidos; te habrás ido como perdieron la sensatez los caimanes: de soslayo. 
    Te matará una enfermedad en el estómago y dirás que has muerto de indiferencia.













martes, 22 de noviembre de 2016




     Ardua tarea describir tanto silencio. Siempre había creído que el agua no entiende de oportunidades. Un día llegué a desprenderme de todo lo que había aprendido pero ni aun con esas. Sólo tenía diez y nueve años y era ese niño guapo y cariñoso. Lo escribo sin otra pretensión que hacer testigos antes de volver a intentar, a la manera de la poeta, hundirme en las profundidades. La barca quedará libre de culpa y yo, vivo, otra vez.





lunes, 21 de noviembre de 2016




     Que nos contaron mal el cuento: el infierno es para los buenos, pues la bondad es un vicio y como tal se paga con cara moneda. Algunas personas están condenadas a la eternidad del santo averno.

















domingo, 20 de noviembre de 2016




     Por supuesto que hay heridas que nunca podré curar, pero vine al mundo a ayudar. Soy un camino muy largo, ningún destino. Mi tarea consiste en acercarme a las cosas complicadas: una muerte, el llanto de un hijo: si no hay sitio para mí, me enfado.
















sábado, 19 de noviembre de 2016




     Se abrazaron tan frío, tan clara era la nieve que interiormente los cubría, que uno y otro sol -adivina, adivinanza- antes de que el abrazo fuese cosa del recuerdo, para no quedar congelados no encontraron otra solución que ceder al pecado.

















viernes, 18 de noviembre de 2016




     Observo tu fotografía y es como si alguien me hubiera traído engañado a una reunión de espejos, a cual más caro, al parecer. Pero me deshago de todos y entonces, saber que existes es quitarse la venda cuando están cruzando las balas.










jueves, 17 de noviembre de 2016




                                                                                                         A Isabel Bono



     Ten en cuenta, cuando rechaces la trágica historia de la piedra, que en nuestro mundo, el de los seres vivos, siempre son más las personas que por una u otra razón salen de nuestra vida que las que entran.


















miércoles, 16 de noviembre de 2016




Tiene sólo un amigo, pero un amigo de los de verdad. 
Tiene un autobús lleno de gente. 










(Fotografía de Diego Sánchez Cordero. Parada de autobús en Don Benito, Badajoz. Año 1974)




martes, 15 de noviembre de 2016




     Antes de que todos se vayan; mientras caminamos por el sendero huyendo de la multitud para mirar al cielo; o al calor del hogar, con los nuestros, los que dijeron que nunca nos fallarían. Antes de que se consuma la vela o el suspiro, o antes incluso de que nos de tiempo a aprender que no hace falta perder a quien amamos para valorar lo que tenemos, en cualquiera de esos irrecuperables momentos que siempre terminan antes de tiempo, descubriremos, al mirar atrás, la vida que hemos desperdiciado en la inútil tarea de llorar por nada.








lunes, 14 de noviembre de 2016




                                                                            A Cristina


     Lo tomarán por tímido porque no sale en las fotografías; lo llamarán intempestivo por lo difícil que es localizarlo en el calendario; y nadie podrá perseguirlo no tanto porque hace meses que llegó a su destino como porque supo huir de todas las miradas ni tan rápidas ni tan astutas. 
     A su memoria guardo la imagen de un abrazo y una fuente, él a cambio me prometió los cuentos de final inalterable.






domingo, 13 de noviembre de 2016




     Amanecido el día, se sienta junto a la ventana. Pocas miradas parecen ir más allá del infinito pero ella ya ha indagado en lo más hondo de lo impalpable. Procuro que nadie le pida cuentas. No necesita esconder la nostalgia y la pena por el ausente: se le nota lo frío de la derrota y creo que por eso la amo. 
     Yo, al otro lado del país, junto a la ventana de la 244, con la poca fuerza que me queda y con una débil fe en que alguien me escuche, escribo esta carta para pedir otra vez entregar mi vida a cambio de que él vuelva con ella. Pero en este lugar casi todo se cura y la voluntad de un alma buena aquí no vale nada. Esta vez ella no sabe que estoy aquí. Alguien ha tocado el espejo sin cuidado y lo ha roto.




sábado, 12 de noviembre de 2016




     Si nos fijamos bien, todos los días puede apreciarse en el aire ese escalofriante olor a premonición, a trágico suceso que de un momento a otro conmocionará a una parte del mundo, y a todos nos pillará siempre ocupados. Como esas fotografías en las que parece que de repente algo va a moverse. A unos los pillará remendando un par de calcetines que todavía pueden hacer su uso; a otros, haciendo como que duermen; y a otros, los pillará entretenidos con la singular tarea de solucionar como poco por enésima vez los problemas del corazón.




viernes, 11 de noviembre de 2016




     Di lo que tengas que decir, me susurró al oído la línea finísima que separa tu mejilla de tu pestaña, pero ten en cuenta que, dado el lugar desde donde escribo esta carta, pocas cosas pueden inquietarme. Yo te escuchaba sin moverme, aun sabiendo de antemano que venías preparada de la escuela de la vida tenía miedo a decir algo que hiciera brotar la lágrima, después de todo siempre hay algo que puede asombrarnos. Por entonces la enfermedad no entendía de quereres -lo recuerdo todo con profunda seguridad de invierno, tumbado en una cama que no es la mía y esto sólo tú puedes entenderlo- y supe permanecer ahí largo rato, sentado a tu derecha, mirando correr con despreocupada alegría el río, intuyendo de soslayo tu sonrisa.








jueves, 10 de noviembre de 2016




     Sentados a la mesa los moribundos del sentimiento, todos son como yo y no reconozco a ninguno. Han venido a acompañarme en el adiós. Festejamos el último llanto. He de decir la más sincera pena, entregar lo que no puedo llevarme. El tradicional banquete de mi realidad ya parece estar tocando a su fin, y he quedado solo, tendido en el frío mármol del pasillo. El anciano que podría haber sido, que a ratos una fina melodía que adentro perdura me invita a que todavía puedo ser, reclinado en su hamaca, sus barbas, que lo decían todo, ya no dicen nada. Yo, cúmulo de ninguneos, que le he visto gritar y pasar hambre, que puse mis manos bajo sus pies cansados cuando quiso alcanzar el fruto, ya no parezco ser nada para él. Pero de pronto, un íntimo sudor me desvela y me relaja. Ahora en la música interviene una voz de mujer. Es tu voz. Conforme la canción avanza puedo ponerte cara. Puedo distinguir claramente a cuántas guerras has sobrevivido, de qué laberintos saliste por tu propio pie y por cuántas personas darías fiel tu corazón. Y me recuerda muchísimo a una vida que yo había soñado y que, con la poca esperanza que me queda, todavía sueño.




miércoles, 9 de noviembre de 2016




Venganza y justicia para la belleza de la hiriente espina. Gloria al todopoderoso que supo la inocencia del que intervino en el pecho ocupado por otro hombre y otra vez le ha perdonado.
Un gran abrazo, con todo mi amor, a la familia de ella.
















martes, 8 de noviembre de 2016




     Una noche más en mi secreta oscuridad a gritos. A otros les pondrán un lazo atado a la muñeca. Decidle que me muero, que han soltado mi mano demasiadas veces y ahora cuelga pedazo de carne inerme. Bestias de agua fría vienen para llevarme. Sangre de hospital que nadie amó, charquito para la rabia de los niños. Decidle que le escribo desde estos paisajes nevados del pasillo, que sólo mi alma duerme en esa habitación y que tengo miedo a que esta sea una verdadera carta de despedida.




lunes, 7 de noviembre de 2016




Está ardiendo la casa a partir de mis sentimientos y todas mis criaturas mentales levitan alrededor del sofá. Vivir es saber que no valemos para nada / reír se parece mucho a todo lo que siempre tendremos en nuestra contra: el pez, y el lago. Salgo de este cuarto habituado a mis desastres y les cuento a todos que a los vivos no nos gustan las florecillas muertas, tanto tememos cualquier manera de descanso, aclaro, no vaya a ser que nos confundan y nos tapen con la tierra dura. Me interrumpe la voz de mi padre y es un azote a tiempo cuando dice eso de que en su casa, mientras él viva, nadie será ceniza. Sigo como sigue esta mañana insoportable de lunes: de amor hoy, mejor no morir, que la indiferencia es odiosa y nos deshonra. Y se oyen carcajadas muy adentro de mi tórax hundido todavía caliente.




jueves, 3 de noviembre de 2016




Fiebre. 

     Los perros han husmeado bajo mi almohada durante toda la noche. Debían ser las tres de la madrugada cuando, inexplicablemente, un cercano bullicio de niños jugando en la calle me despertó de estrépito. Recuerdo que antaño mi madre me contaba que en noches como esta, de repente pronunciaba su nombre a gritos y cuando acudía asustada a mi cuarto yo dormía como un ángel. Decía también que a la mañana siguiente, cuando me lo contaba todo, yo decía no tener conocimiento de nada, pero que me evadía todo el rato, que parecía huir como si hubiera descubierto un secreto y se me pasaba la mañana tendido en la cama, a veces dibujando, a veces leyendo, y a veces mirando fijo el techo como el que busca remedio a los problemas de los otros, como deleitándome con la idea de ser bálsamo para la herida de los otros, como si a partir de mi despertar la fiebre que me hubiera mantenido durante toda la noche preso de perros y risas hubiera dejado de ser lo importante.
     Como esta, la mayor parte de las historias que guardo en mi memoria están incompletas, es como si, para mantenerme a salvo de mí mismo, astutamente hubiera ido recortando detalles, lugares, fechas importantes. Por eso sin duda me quedo con el despertar de hoy, punto de partida que marca los grandes cambios en mi vida: saber que tengo por qué luchar, que hay una mujer y una niña de seis años a las que amo y he de cuidar, hacer sonreír, construir una escalera.




miércoles, 2 de noviembre de 2016




Soy los ojos de un niño que pasa hambre, duermo, y apenas roza el sol la terrible línea del horizonte inmediatamente entras en escena: eres mi primer pensamiento verbal y también fotográfico. Antes solía soñar que volaba, y despierto, me quedaba ahí, largo rato haciendo así con los brazos; ahora sueño pájaros que escapan de mis venas, ramitas de romero fresco brotando de mi boca. Sueño impensables colores, atravieso con la frente alta los pedregosos caminos de la vida.