viernes, 24 de febrero de 2017




     De repente todo lo envuelve algo como un agradable gusto por las cosas, como una inesperada conformidad por lo que nunca hubo de incumbirnos y que ha venido para quedarse. Anoche di por terminada la novela Nana, de Émile Zola. En mi cerebro, toda la noche ha rondado la siguiente frase: Esta vida maravillosa duró más de una semana. Despertar vuelve a ser cosa de dos pero todavía es pronto para que ella lo sepa.








lunes, 20 de febrero de 2017




     A juzgar por el comportamiento de papá durante el día de ayer, todo indica que vio al hijo despedirse en tono cariñoso la noche antes al llegar a casa. No debería ser una vergüenza. Tampoco debería ser una vergüenza desear morir cuando papá no te quiere bajo su mismo techo, cuando, tú bien jovencito eras, papá dijo que para él estabas muerto.







sábado, 4 de febrero de 2017




     El niño bueno es de esas personas -y es la primera que conozco- que fácilmente pueden tener varias crisis existenciales al mismo tiempo. Tan cerca de la locura, sé que no le tiene miedo. Me ha dicho que lo bueno de estar atrapado es que estas paredes te ofrecen la posibilidad de ahondar en lo inhóspito y nuevo, a lo que le he contestado que sí, que qué bonito es descubrir cosas nuevas, más sabiendo que nadie nunca pisará estas tierras ni olerá el perfume de estas mujeres.




jueves, 2 de febrero de 2017




     Hay mañanas en que todo lo que quisiera es dejar mi mundo entero en manos de la lluvia, mis vivencias, digo, desde aquel caramelo adherido tercamente al cielo de la boca hasta las mujeres que me abandonaron. Me parece una buena forma de eternizar los días. Pienso que así será mucho más fácil, para quien guste de hacerlo, señalar cuáles sí y cuáles no valieron la pena. Es por todos sabido que, las cosas de la memoria, mejor caladas hasta los huesos.