jueves, 2 de febrero de 2017




     Hay mañanas en que todo lo que quisiera es dejar mi mundo entero en manos de la lluvia, mis vivencias, digo, desde aquel caramelo adherido tercamente al cielo de la boca hasta las mujeres que me abandonaron. Me parece una buena forma de eternizar los días. Pienso que así será mucho más fácil, para quien guste de hacerlo, señalar cuáles sí y cuáles no valieron la pena. Es por todos sabido que, las cosas de la memoria, mejor caladas hasta los huesos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario