De repente todo lo envuelve algo como un agradable gusto por las cosas, como una inesperada conformidad por lo que nunca hubo de incumbirnos y que ha venido para quedarse. Anoche di por terminada la novela Nana, de Émile Zola. En mi cerebro, toda la noche ha rondado la siguiente frase: Esta vida maravillosa duró más de una semana. Despertar vuelve a ser cosa de dos pero todavía es pronto para que ella lo sepa.
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