martes, 15 de noviembre de 2016




     Antes de que todos se vayan; mientras caminamos por el sendero huyendo de la multitud para mirar al cielo; o al calor del hogar, con los nuestros, los que dijeron que nunca nos fallarían. Antes de que se consuma la vela o el suspiro, o antes incluso de que nos de tiempo a aprender que no hace falta perder a quien amamos para valorar lo que tenemos, en cualquiera de esos irrecuperables momentos que siempre terminan antes de tiempo, descubriremos, al mirar atrás, la vida que hemos desperdiciado en la inútil tarea de llorar por nada.








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