lunes, 7 de noviembre de 2016




Está ardiendo la casa a partir de mis sentimientos y todas mis criaturas mentales levitan alrededor del sofá. Vivir es saber que no valemos para nada / reír se parece mucho a todo lo que siempre tendremos en nuestra contra: el pez, y el lago. Salgo de este cuarto habituado a mis desastres y les cuento a todos que a los vivos no nos gustan las florecillas muertas, tanto tememos cualquier manera de descanso, aclaro, no vaya a ser que nos confundan y nos tapen con la tierra dura. Me interrumpe la voz de mi padre y es un azote a tiempo cuando dice eso de que en su casa, mientras él viva, nadie será ceniza. Sigo como sigue esta mañana insoportable de lunes: de amor hoy, mejor no morir, que la indiferencia es odiosa y nos deshonra. Y se oyen carcajadas muy adentro de mi tórax hundido todavía caliente.




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