A veces me siento como creo que debe sentirse una obra de literatura -nostalgia de mi propio cuerpo- abandonada al polvo de la vieja biblioteca, pero eso es otra cosa y, a veces -las menos, gracias a dios- me veo a mí mismo desde afuera perdido en una selva profunda rodeado de personas que, como yo, cedieron a la desesperada cansados de esperar la ayuda que un día entregaron.
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