martes, 26 de abril de 2016





Ah, las mañanas, sobre todo esas mañanas frías y de mala sangre. Ninguna como la de hoy en que lo primero que haces, como vienes haciendo desde que respiras para ella, desde que tienes un motivo es dar los buenos días a la mujer que amas, preguntar cómo ha dormido y su respuesta es triste, muy triste, y deseas volver a cerrar los ojos hasta que se hayan lanzado todas las bombas.







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