jueves, 7 de julio de 2016




     Aquí la mañana amaneció nublada y fresca y al cabo de una hora ya había arreglado el jardín de la derecha. Recién me había sentado bajo el pino más grande a liar un cigarrillo, cuando empecé a sentir esta nostalgia que me ahoga todavía fruto de haber mirado hacia las aspas del molino y comprobar, cabizbajo, que ellas no estaban. Las sabias golondrinas, tres golondrinas madrugadoras que hoy sólo cantan en mi recuerdo, para siempre en un provechoso desayuno de manjares frescos.






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