sábado, 2 de julio de 2016




     Pájaros y pena. Un espejo donde pude echar a volar para que volaras pero tuve miedo de ti y de mí, pero no quiero apresurarme: nos reflejamos, tocamos el otro yo y nos reconocemos como agua fresca ante el descubrimiento del fuego, nos llamamos por el nombre del otro y nuestro nombre produce igual sonido: no nos equivocamos pero andamos confundidos, y decimos te quiero cuando lo que queremos decir es quiéreme mucho. Masao Yamamoto y un espejo a orillas de un lago, así termino esta carta que es un cuento. Abraza a la niña.




No hay comentarios:

Publicar un comentario