jueves, 20 de octubre de 2016




     Llueve. Ayer te despidieron del trabajo. Te abrieron la puerta y añadieron: has de reconocer que esto no es lo tuyo. Ni siquiera un mes y ya estás otra vez buscando trabajo. ¿Qué pasa con el futuro de ella y de su niña? Ya no podré construir la casa con mis propias manos, a ratitos los fines de semana. De regreso, a dos kilómetros de mi pueblo me quedé tirado con el coche: dijo el chico del taller que costará más la avería que un coche nuevo. ¿Y qué pasa con ella que no me ve? ¿Me quiere, no me quiere? ¿Cuidará de mí como yo cuidé de ella cuando me necesitaba? Siempre este tiempo de las margaritas y siempre estas ganas de dormir.




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