Acepto seriedad. Me incluyo en ese grupo de personas. Compro todos los espejos y luego no los quiero para nada pero no los vendo ni los regalo. Te escribo y los rompes. Eres como ellos pero dices que no y basta, no sigas, tengo el corazón suficientemente abierto. Entras, y nada es como yo te había prometido pero sabes que si de pronto una bomba estalla, sólo tú, tu niña, y yo vamos a quedar a salvo. Una promesa es una promesa.
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