miércoles, 12 de abril de 2017




     Despertar a las cinco de la mañana como si algo no marchara bien, en pérfida oscuridad abrir y beber de la botella un grito profundo, como si la noche quisiera que fueras testigo de algún desastre amoroso, con ese aire de porcelana oscura y esbelta, o de algún desvarío de los buenos recuerdos que nos quedan, te tiende sus demonios y no tiene prisa en que se los devuelvas, como despertar en el tiempo pero no en el lugar, y no haces nada, ni te mueves ni le escribes, no vaya a ser que diga adiós, por lo que cierras los ojos y repites cien veces el nombre de cualquiera que te garantiza que no es seguro que por ley casi natural todos los amores se olvidan.




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