viernes, 17 de junio de 2016




     Viaje al interior de la botella para descubrir cuán fantástico debe ser habitar el alma del mensaje. No imaginar que acabarías siendo pedazo de carne engullida por el sentimiento del mar. Ser responsable de si llegas, de si te esperan, de las lágrimas contenidas. Libre como el viento impetuoso, sus prestas hazañas. Obligatoriamente testigo del nacimiento. Del camino. Del ahogo.






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