miércoles, 1 de junio de 2016




     Al este, Alicante. Aquí visité un castillo y fui por encima del mar vástago de la furia de todos los vientos, y me sentí feliz porque mucho más allá descansando sobre aparentes inalcanzables horizontes yo podía ver tu pueblo. No en realidad, pero quizás lo hiciese. Agua salada para los jardines de la espera, para las ramas del cariño. Lejanía para luego redención.










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