lunes, 30 de mayo de 2016





     De los palos no se aprende, de los palos sólo salen heridas que nada se parecen a aquellas magulladuras en las rodillas fruto de las caídas con la bicicleta cuando niño. Hubiera sido mejor el cuchillo que raja profundo y cuya ayuda siempre se brinda demasiado tarde.
    Has de separar por partes la intención con lo que quiero decir y el fruto, el agua de mis ojos cuando lloran y cuando solamente están sufriendo, la verdad implícita en una mentira y la trampa que toda verdad contiene.
     Bajo a la frutería más próxima a mi casa y compro el fruto rojo en homenaje a ti y a tu tierra, corro las cortinas y dejo que una tenue luz de añoranza invada el salón y, observándolo de cerca, apenas palpando con la yema de los dedos su fina y brillante textura, antes de llevármelo a la boca descubro que hay universos que sin saberlo se conforman con ser y estar, y que tú eres uno de ellos.




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