jueves, 14 de julio de 2016




     Otra vez cantan los pájaros y llora la salamanquesa. Lo de ayer sólo era una alarma, un presagio. No soy responsable de aquel silencio incómodo. No tienes la culpa de los golpes en mi espalda. Sin embargo qué poeta inocente podría ser poeta. Le faltaba agua a las plantas, gana a mi desgana. Hoy las golondrinas han desayunado. La adelfa venenosa acicalada desde bien temprano viste su mejor traje. Quién ha tumbado la silla si no ha sido el viento despiadado de las nueve y media.






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