lunes, 31 de octubre de 2016




     Amaneció temprano, desayunó rápido, y regresó de nuevo al dormitorio; allí eligió la sonrisa más bonita del primer cajón del tocador donde un día las dejara guardadas, peinó con esmero su larga melena, retocó de colorete sus mejillas blancas y asustadas y, todo listo, se dispuso a salir ahí afuera no sin antes regresar sobre sus pasos y, dirigiendo una última mirada al espejo, decir te quiero. Ella, que es como yo.





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