jueves, 20 de abril de 2017




Podríamos ser como ellos. Ocupan el lugar de las máquinas. Estuve en el banco esta mañana y al llegar a casa ya parecía que lo tuvieran todo hecho, eran dos y una paloma. Tras el ruido del motor del coche, a uno de los gorriones, al que portaba en el pico una fina rama, al que echó a volar primero pude verle mirarme, que volvía los ojos atrás, y como el que huye de un comentario que no quiere escuchar entré a toda prisa, como el que sabe que un día fue feliz por cosas aparentemente mucho más pequeñas que mirar a un par de gorriones jugar en la mañana o plumamente tiritar de brisa, y suspiré bajito, recordando que sólo yo llevo el timón de mi vida y que para que la gente que me rodea sea feliz, he de ser feliz primero. Y de esto hace apenas unos minutos.




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