jueves, 15 de febrero de 2018




     Me escribe un buen amigo para decirme que afortunadamente todo ha quedado en un susto. Dice que jamás vio la sangre correr tan rápido: que la carne era una fuente, que la carne era una fiesta. Que el terciopelo negro eran dos ojos y que yo sonreía cuando nadie lloraba mi muerte. Es un hipócrita, por eso le he prometido ya no más con los dedos cruzados. Él es feliz porque sabe que sé cómo cortar para que todo quede apenas en unos pocos amigos a mi alrededor sintiendo lástima. Me ha despertado con un golpecito en el brazo derecho.




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