miércoles, 20 de abril de 2022

 


-¡Mi amigo no ha venido, Calisto!
Grito.

Mi amigo no ha venido y florece la herida a destiempo, surgen oportunidades de hacer cosas a destiempo quiero decir. Tengo miedo a estar rodeado de todas esas cabezas sobrecogidas por mi soledad –aquí el propio teatro, con nombre y ropas forma parte del argumento-, a la sensación repetida, al cruel desenlace del pensamiento cuando dan las siete en el campanario del ayuntamiento y ando, otra vez, aturdido por la recalcitrante pregunta de qué está bien y qué está mal. No saber qué será de mí mañana. No tener un plato de comida que poner en la mesa de mi familia y otra vez pensar en el futuro como un monstruo de cuya mordedura sólo, sólo los valientes. Es horroroso este soliloquio: -¡Mi amigo no ha venido, Calisto!




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