jueves, 26 de mayo de 2016




     A la orillita de un río furioso, bajo la gigantesca sombra de los chopos y cubiertos nuestros cuerpos por completo por el complaciente frescor de los matorrales naturales de la zona, entendí que no todas las pasiones son violentas. 
     Miro mucho a mi izquierda, soy testigo del tira y afloja entre las corrientes de tus ojos y las del resto del paisaje. Miro mucho a mi izquierda y te pregunto cosas cuando no me estás mirando. Es tiempo de cerezas y te quiero. Pero no me pidas nunca que vuelva a mirar la luna llena y mucho menos que le pida deseos.




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