miércoles, 8 de junio de 2016




El valor de tener entre mis manos un amor como el suyo es saber que prefiere quedarse, admiro sus alas aún en su cajita original, a expensas de quién sabe qué aventuras y desventuras. 
Hoy, pensando en lo nuestro, recuerdo aquellos indefensos gorriones, no hará tantos años, cuando yo aún era niño, aquellas largas tardes de verano sentado bajo la sombra de los gigantescos árboles escopeta de perdigones en mano y que, ya en el suelo, abatidos, inertes, sucios de entretenimiento inútil y los ojos vacíos de vida, nunca me atreví a pedirles perdón.




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