martes, 7 de junio de 2016




     Serían las seis de la mañana cuando desperté a golpe de congoja. Inmediatamente te dejé un mensaje en el teléfono: Me he despertado llorando, tras lo cual pensé: Je ne pleure pas pour vous, che, que si mi memoria no me falla quiere decir que no estoy llorando por ti, pero no te lo dije. Por ti es sólo la alegría, esto no soy capaz de traducirlo al idioma galo. De vez en cuando me gusta recurrir al idioma galo. El culpable es el sueño que otra vez me pilla indefenso y desprevenido. Lo que ocurre con el sueño es que es algo caprichoso, casi siempre en un bosque de cuyos árboles pendientes sus ramas decididas. Dice Isabel Bono en La espuma de las noches que recordar lo soñado es vivir el doble. Para insomnes como yo, doblemente milagroso.




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