viernes, 10 de junio de 2016




Mi boca es un disgusto, un acantilado, por eso mis poemas, siempre en forma de recuerdo, no van a salvar a nadie. He encontrado lo que siempre quise, casi sin darme cuenta he cumplido, porque cuando me asomo a la ventana con vistas al futuro también yo deseo cosas normales, mis sueños. Juro que la quiero como si fuera mía, como si hubiera sido mío el dolor de su nacimiento. Ser sangre de su sangre no puedo, no puedo ser carne de su carne, pero puedo cuidarla, arroparla, decirle no tengas miedo, leerle un cuento.




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