jueves, 28 de julio de 2016




     Uno siempre deja que de tanto cariño el cristal se rompa para ver si la otra parte permite que lo toque y se corte. Tiene que ser así aunque a nadie le gusta, nadie lo hace a propósito. Me lo han dicho esta mañana las azucenas con las que comparto maravilla y desamparo. No debes dejar que el próximo capítulo discurra a su antojo pues esta historia tiene sus ambiciones y le bastará un despiste para llevarlas a cabo. Uno siempre se acostumbra y, frotándose las manos, hace saber a todos su satisfacción por las cosas bien hechas, hasta que el pájaro no canta, al menos no victorioso, porque ya no está sano el pie golpeado por la piedra.




No hay comentarios:

Publicar un comentario